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martes, 1 de mayo de 2018

Fragmentos I

Ayer bajé a última hora a contemplar el mar desde el espigón. Tenía la cabeza llena de lenguaje jurídico, tan ambiguo y poco humano. Necesitaba transformarlo en algo hermoso. Lo conseguí abriendo mi mirada hacia la belleza de este océano infinito, vivo, cambiante, con el que convivo cada día. La espuma efervescente, la caricia salina, la luz, siempre la luz que me lleva de vuelta a casa.

  

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